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El pasado 27 de octubre en las instalaciones de la Universidad Católica de Colombia, con la presencia de las directivas de la Institución se llevó a cabo un sentido homenaje a los colaboradores que han contribuido con el crecimiento y el fortalecimiento académico y administrativo de la Universidad.
Reproducimos apartes de las palabras que el decano de la Facultad de Psicología, Carlos Vargas, refirió en nombre de los homenajeados:
“…Es un encuentro signado por la alegría del servicio y deber cumplidos, es una celebración conjunta más por nuestro compromiso institucional compartido que por nuestra extensa permanencia en la misma. Quienes tenemos este honor y, por qué no decirlo, este record de servicios prestados a la Universidad, así lo queremos expresar, valorar y agradecer a la Institución que un día nos acogió y confió en nosotros; la Institución a la cual le hemos entregado con entusiasmo nuestro trabajo profesional y administrativo, nuestra dedicación y consagración, pero, sobre todo nuestro afecto, nuestro cariño y toda nuestra lealtad; a la casa común que hemos tenido la suerte de conocer en sus distintas etapas de desarrollo y que, a su vez, nos ha brindado la oportunidad de crecer y de madurar conjuntamente con ella y de llevar a cabo nuestro propio proyecto de vida.
Las buenas prácticas del servicio a las instituciones, sobre todo cuando son en la “Educación Superior y para lo superior”, como es la apuesta de nuestra querida Universidad, tienen un sello y unas características que vale la pena destacar…
“La invitación al servicio posee una peculiaridad, decía el Papa Francisco, en su reciente viaje a Cuba y a los Estados Unidos, a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Es el amor que se plasma en acciones y decisiones, continúa el Papa: amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar”.
Con frecuencia la mirada de lo urgente y el ritmo acelerado del trabajo o del estudio no nos permite ver lo importante. Y lo importante y lo valioso no es precisamente lo fácil, o lo estridente y lo ruidoso, ni el último grito de la moda siempre cambiante y efímera, que se esfuma, que se va y nos deja vacíos e insatisfechos. Lo importante, al menos en esta maravillosa empresa de la educación y del crecimiento humano, suele ser lo que permanece en términos de formación íntegra y responsable que no se ofrece y alcanza exclusivamente en las aulas de clase sino en las lecciones de vida compartidas, en las experiencias existenciales, a veces difíciles, a veces sacrificadas y dolorosas, pero, que siempre pueden transformarse en oportunidades generadoras de sabiduría, de fortaleza y de carácter. La calidad no se logra sin la gente que de verdad la busca y sin estrechos lazos humanos, ni se mantiene aunque contemos con los mejores planes de estudio, con los mejores proyectos de investigación, o con la mejor planta física. La calidad básicamente la hacen y la mantienen las personas persistentes, la construyen día a día, las redes de comunicación y de cooperación, formal o no formal, el trabajo consagrado y paciente de los maestros responsables, de nuestras secretarias comprometidas y eficientes, el espíritu siempre renovador y entusiasta de los estudiantes y egresados.
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Gracias, Señor Rector, Dr. Francisco Gómez Ortiz, gracias, Señora Directora de Gestión del Talento Humano, Dra. Claudia Toscano, y demás directivos de la Universidad por este encuentro y por este reconocimiento a nuestra labor, a veces discreta, pero siempre de impacto para nuestros educandos cualquiera sea nuestra posición o cargo desempeñado en la institución. Como lo expresé, al iniciar estas palabras, los indicadores verdaderamente importantes no son los muchos o pocos años de servicios a la institución, es nuestro compromiso permanente con la sociedad y con la misma Universidad, es el haber podido compartir sus logros alcanzados y sus esperanzas fallidas, sus éxitos y sus experiencias no tan exitosas, son las lecciones aprendidas más que las enseñanzas impartidas. Si nuestra gestión ha sido buena o excelente, en mayor o menor grado, lo juzgará la historia, pero, me atrevo a pensar que, si es bien calificada, es porque ha existido un equipo de trabajo y contamos con capitanes que, desde la Presidencia y la Rectoría, nos dan dirección y nos orientan, nos reconfortan en nuestras dificultades y nos estimulan en nuestros aciertos, pero, sobre todo, porque, durante nuestra permanencia en la Universidad, Dios nos ha bendecido a todos. Muchas gracias.”